De camino hacia el puerto, paras en tu casa para avisar a tus padres que pasarás unos días en el barco de Toni. Recoges un poco de comida y luego te reúnes con Silvia y Toni en el coche. Conduces hacia el puerto donde el abuelo de Toni guarda el Luisa, su barco de diez metros de eslora.
El Luisa parte de la bahía de Biscayne hacia Bimini. Tú y Silvia miráis al horizonte con vuestros prismáticos mientras Toni conduce el barco y escucha los informes de la radio. Las hora pasan sin ningún acontecimiento digno de mención. Al atardecer, Toni sale de la cabina y anuncia:
-Un avión ha visto unos restos no muy lejos, al norte de aquí.
-¡Vayamos a comprobarlo! -grita Silvia con entusiasmo.
-No creo que sea una buena idea -replica Toni-. A mi abuelo no le gustaría que fuese con su barco allí, especialmente después de que haya oscurecido. Suele haber piratas por esa zona.
-¿Piratas? ¿En pleno siglo XXI? -preguntas asombrado.
-Seguro -responde Toni-. Aunque no son como los de los cuentos. Son ladrones normales que roban en los barcos, pero tan peligrosos como los viejos piratas de antes.
Silvia resopla incrédula.
-Esto no es un viaje de placer. Tenemos que actuar con rapidez aunque corramos riesgos. Quizá mañana por la mañana los restos hayan desaparecido.
Toni se mete las manos en los bolsillos y clava la vista en el suelo. Luego te mira y pregunta:
-¿Qué crees que debemos hacer?
Opinas que es mejor olvidar esos restos Decides ir en busca de los restos